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“El fruto del Espíritu es: amor, alegría y paz, magnanimidad, afabilidad, bondad y confianza, mansedumbre y temperancia”. (Gal 5, 22-23)
¡El verano llega con algunos de los grandes regalos de Dios! Él nos da días más largos con cálido sol, hierba verde, hermosas flores y mi regalo favorito de verano... ¡fruta fresca deliciosa, colorida y dulce! Cuando pensamos en frutas, puede venir a nuestra mente imágenes de grandes fresas rojas o melocotones dulces y jugosos, pero hay otro tipo de fruta en la que las familias deben concentrarse este verano: la clase de fruta que siempre es perfecta, está disponible y diseñada para beneficiar el cuerpo y alma. Los frutos del Espíritu Santo fueron mencionados en la Carta de Pablo a los Gálatas, porque quería que ellos entendieran que vivir estos nueve frutos o virtudes eran signos de alguien caminando con Jesús, que es exactamente lo que queremos ayudar a nuestros hijos a hacer.
Practicar cómo vivir los frutos del Espíritu es un elemento perfecto para su lista de tareas pendientes de verano, así como una excelente manera para que su familia crezca en santidad y camine más cerca de Cristo. A lo largo del verano, veremos algunas formas prácticas de ayudar a los niños a vivir los frutos del Espíritu. A medida que comience a fomentarlos como parte de la rutina diaria de su familia, es importante recordar que son dones del Espíritu Santo y que se nos han sido dados a cada uno de nosotros. Necesitamos tanto invitar como cooperar con el Espíritu Santo y pensar en los frutos como una herramienta que debemos pedir en oración en lugar de algo que tenemos que crear o construir por nuestra cuenta.
¡El primer paso es usar las palabras! Presente este breve pasaje a su familia y hable sobre el significado de cada fruto y cómo vivir ese fruto podría ayudarnos. Procure colocar el versículo o las palabras en un lugar donde todos puedan verlos.
Echemos un vistazo a las dos primeras:
Amor: Todo lo que Dios hace tiene sus raíces en el amor, así que aquí es donde comenzamos. Como padres, debemos dar el ejemplo usando palabras y acciones amorosas hacia los demás, incluidos nuestros hijos y nuestro cónyuge. Asegúrese de que las conversaciones que escuchen nuestros hijos sean caritativas y amorosas. Compartir es un gran lugar para crecer en el amor. Podemos centrarnos en compartir juguetes, turnos, tareas y tiempo juntos. Fomente el amor por los hijos de Dios en lugar del amor por las cosas, lo que podría requerir un alejamiento de estas y los dispositivos. La forma más poderosa de amar, como lo demostró Jesús en la Última Cena, es servir, así que asegúrese de que los días de verano incluyan actos de servicio intencionales para aquellos a quienes ama (e incluso para aquellos que son más difíciles de amar). Hazle un favor a alguien cada día. Este favor podría ser un acto físico de ayuda hecho con amor o una nota, o una visita o llamada telefónica a alguien a quien le vendría bien un poco de amor y atención.
Alegría: El gozo es vivir en la voluntad de Dios. Necesitamos practicar el gozo nosotros mismos, lo que significa pasar tiempo en oración para crecer en alegría y comprensión de que el Padre está trabajando en todas las situaciones, y debemos dejar que Él esté a cargo. La gratitud es la base de la alegría, por lo que ser conscientemente agradecido y alentar a nuestros hijos a hacer lo mismo conduce a un cambio poderoso. Los signos de alegría incluyen la risa y diversión, que provienen de la satisfacción de que Dios está a cargo. Planee compartir placeres simples como la noche de pizza, picnics en el patio trasero, Misa y donas, o juegos familiares. Los niños esperarán con ansias estas tradiciones divertidas, predecibles y sencillas. La negatividad y comparación son los enemigos del verdadero gozo, así que asegúrese de notar dónde pueden estar filtrándose en la vida de sus hijos y elimínelos con oración y acción. Puede significar eliminar personas, eventos o influencias que impiden el gozo.
Asegúrese de volver a consultar el próximo mes a medida que nos sumerjamos en más frutos del Espíritu.